Sunday, September 29, 2013

Cuento de Hadas

Traducida por Mara Vite Martinez
 
Bajo la luna roja como la sangre, Catalina beso a Ricardo. Los ojos de ella 
quedaron muy abiertos, lo cual le permitio ver el reflejo de la figura con 
quien ella estaba comprometida, como el cuerpo celestial encima de ellos que 
hizo lo mismo con el sol. Cada orbe, a pesar del fuego apasionado que los 
iluminaba, fuera frio y desolado e incapaz de soportar la tension entre la vida 
y el amor. 
Sus ojos evitaron en concentrarse en la obscuridad, que fuera un refugio que ella 
tendria al cerrar sus ojos. Con la lujuria del momento, el acto solo fue un 
movimiento involuntario, una sumision a los deseos. Pero habia un proposito en la 
ansiedad de sus ojos mas alla del aburrimiento.
 
El beso fue como una espada manejada a nivel individual, donde el objetivo fue a 
dar directamente a su blanco. Se realizo una audiencia para escoger a una persona 
en particular e invitarla a que se les uniera. Como de costumbre, Catalina traia 
consigo una espada muy bien oculata entre sus ropas y esa noche ella tenia planes 
muy especiales para traerla consigo.
 
Ella tenia experiencia en el uso de la espada, como las palabras de una bruja, 
cada uno proporcionando una seguridad propia. Ella era muy habil en el uso de la 
espada y fisicamente ella habia demonstrado a los debiles su poder con el arma y 
en la que ella sabia tomar ventaja de ellos y no se enfrentaba a los fuertes y 
habiles como ella.
 
Pero si la cuchilla fuera insuficientemente inadecuada como para disuadir la 
pasion mas intima entre un hombre y una mujer excedida para la sociedad civilizada
que ella era mas que capaz de lanzar maldiciones de manera irrespetuosa como para 
daniar la reputacion de las personas. Por supuesto, la seguridad es lo ideal, 
Catalina guardo sus mas intimos secretos excepto en las situaciones extremas. Esta 
fue la razon, de que la espada estaba siempre muy cerca y a su lado, ademas de sus 
talentos ocultos. 
 
Cuando Catalina le sugirio a Ricardo que se les uniera su amiga Isabel a la salida,
 Ricardo protesto pero de una manera muy cordial para no herir los sentimientos de
 su conocida.
 
Por supuesto, cuando su novia le insistio a Ricardo el estuvo de acuerdo en 
permitir que Isabel se les uniera con el pretexto de asistir a una obra actuado 
por un grupo del pueblo. Ni Ricardo ni Isabel sabian que la invitacion tuviera una
doble intencion y de lo enganoso de esa informacion solo fue conocida por la 
manipuladora de la noche.
 
Fue una produccion especial con una hora de inicio a la media noche, con un 
comienzo magico en el que el hoy se convierte en el ayer y el manana comienza en 
el ahora, con un solo golpe de la segunda mano del reloj en donde un dia se 
termina y otro comienza, con una nueva promesa. Donde el verdadero espectaculo se 
producira en la calle y no en la plaza del pueblo con Ricardo e Isabel como 
espectadores. Una de las amigas habia llegado hace ya bastante tiempo. Por algun 
tiempo, Catalina sospechaba que habia mas que una amistad floreciendo y la actitud 
de Isabel era diferente, ademas de como ella escuchaba platicar a Ricardo, como si 
fuera un jardin delicado, cada palabra recolectada como si fuera la comida mas 
importante que las verdaduras cosechadas y devoradas. Isabel parecia mas saludable 
y llena de vigor -- ella era muy alta, su piel mas brillante y mas vibrante que al 
principio. Se veia casi atractiva.
 
Ellos pensaron que sus miradas furtivas habian pasado casi desapercibidas. Ella 
repasaba su plan mientras veia a su rival. Pero esa noche, ella le iba a demostrar 
a quien le pertenecia.
 
La comisura de sus labios hacia arriba de manera notoria a pesar del abrazo de su 
boca, una vez que Isabel fue descubierta. Fuertes reclamaciones saltaron a su mente.
Eso es lo que Isabel era, no? Tratando de reclamar algo que le pertenece a otra. 
Como algo valioso. Incluso si Catalina no le dio el mismo valor a ello. Efectivamente
el choque habia detenido los pasos del intruso con la mirada clavada, cuando el amigo 
clavo su mirada en la pantalla abierta, como un libro abierto, simultaneamente 
horrorizado y celoso, muchas veces como si fueran hermanos.  

Un vestido nuevo. Por supuesto ella tenia uno. El mejor para impresionar a la que 
Ricardo adoraba. La nueva prenda asentuaba sus curvas que ella tenia para ofrecer, 
el escote tan pronunciado del talle del vestido que la adornaba que humillaba a la 
mujer. A pesar de la vision que la miraba a los ojos; a Isabel no le impresiono, la 
fortaleza permanecio en su cuerpo. La respiracion pudo haber sido eliminada de ella
como un punetazo como ella penso golpearla, pero ella se nego a ser abatida ante 
tal despliegue.
 
Silenciosamente, Catalina desenfundo su espada de la vaina con el sigilio de un 
asesino. Ni el hombre o la amiga invitada a acompanar a la pareja estaban al tanto 
de los movimientos, cautivados por la distraccion de un beso interminable. En 
algunos cuando es manejado a ciertos limites deseados, podria llorar hasta el 
limite o lo que fueron llevados, sabiendo que ellos tenian algo que hacer, pero 
sin sentir remordimiento de sus acciones irreversibles ante el movimiento involuntario 
de sus musculos desencajo las consecuencias en sus movimientos. Sin lagrimas derramadas 
 delante de los ojos de Catalina, estaban tan secos como la luna.
 
Los ojos de Catalina estuvieron fijos en la mujer a quien ella consideraba una 
entrometida cuando ella llevo la daga tan profundamente dentro del pecho del 
hombre, tan profunda y eficazmente que crujio y fracturo el hueso del pecho de 
Ricardo, que penetro en su corazon. El sonido del hueso que empezo a astillarse 
que se podria escuchar el crujido de sus huesos quebrandose.
 
Muy poca resistencia podria sentirse para la nueva casa de la espada. La sorpresa 
siempre tan transitoria, fue esculpido sobre el rostro del hombre como solamente 
el cincel del traidor por amor puede.
 
Transitoriamente debido a la accion de la muerte que vino casi inmediatamente.
 
Casi sus labios se separaron de Catalina fue el final del beso, el deseo llego a 
un fin en un instante. Como un acto de traicion, pero especialmente esa mision 
bajo la suspicacia del Cupido. Hubo un momento cuando sus labios se fusionaron 
demasiado tiempo para preguntarse - PORQUE?
 
PORQUE?
 
Catalina le sonrio burlonamente a Isabel. La novia de Ricardo, su novio asesinado, 
se lo recargo en sus brazos, pero el peso de su amor era mas que el de su cuerpo, 
no fue una carga, para ella que deseaba llevar. A lo mejor todavia estaba ciego de 
amor, el hombre equivocadamente creyo haber tenido un accidente, que podria 
sentirse comodo en sus brazos durante su respiracion entre cortada.
 
PORQUE?
 
Las palabras resonaron en el callejon, el eco en los oidos de Catalina se 
escucharon incesantemente. Si esto fue una respuesta proxima, el hombre no fue un 
benefactor de la informacion - las oportunidades a sus reclamaciones que eran parte 
de su conocimiento acomulados que fueron para el, estaban ya perdidas en el abismo 
de la muerte, recargado en el piso. Mirando por encima del cuerpo en el empedrado 
de la calle que rodeaban al cuerpo daba una ilusion de rompecabezas, una esfinge 
envidiada por lo simple y lo complejo.
 
PORQUE?
 
Una palabra del rompecabezas siguio haciendo eco, pero mas fuerte ahora, no 
regresaron en la obscuridad en busca de sus respuestas, en otro sitio como 
normalmente el eco haria.
 
Esto no fue el eco.
 
La pregunta de Ricardo fue cargarda por sus admiradores, la mujer quien podria 
vocear una y otra vez en un hilo de repeticion. Incluso despues de la muerte de 
Isabel, fue una vigilante de sus palabras, una sacerdotisa quien podria persistir 
la busqueda del proposito de Catalina PORQUE? PORQUE? PORQUE? Hubo una divinidad en 
la trinidad, una resonancia muy profunda.  

La mujer desafiante, alzo una mano para ser senalar a su rival para pararla. Tal 
fue el aire imperioso de Catalina que el simple acto fue escuchado como si se 
tratara de un decreto real con la mas estricta de las repercusiones por 
desobedecer. Algo mas profundo que la naturaleza imperiosa.
 
A pesar del miedo que resultaba por la perdida de control de sus impulsos, no era 
de la incumbencia del espectador. Los ojos de Isabel fueron tomados por el hombre, 
mientras tragaba saliva cuando las lagrimas empezaron a correr por su rostro. 
"Admitelo, lo querias," Catalina siceo incluso cuando su mirada ya daba mas 
informacion que cualquier simple palabra podria. Y son en esas miradas las mas 
dominantes o tomadas en garantia, donde las respuestas a tales preguntas pueden 
ser encontradas. Mas frecuentemente que nada, las palabras son usadas para formar 
un refugio de proteccion.
 
Esa mirada fue lo que condujo la espada mas profundamente que el pequeno cuadro de 
Catalina que pudo haber elevado incluso si ejecutaba un
hechizo por doblar o triplicar su fuerza.
 
El unico encantamiento que necesitaba para sus habilidades naturales era esa mirada.
 Esa mirada, no el hombre, fue lo que anhelo matar. Una mirada, incluso cuando 
Ricardo y Catalina fueron por primera vez presentados, ella nunca supo o sintio 
algo que ella queria lograr a traves de la aproximacion con el hombre. Esa mirada 
era lo que ella queria poseer y sabia que no podia.
 
"Incluso ahora, cuando el yacia muerto a sus pies, tu lo quieres!" la mujer demando.
"Por favor," la rival suplicaba atreviendose a avanzar otro paso, las repercusiones 
son condenadas. Isabel encontro la fortaleza para resistir la poderosa fuerza de la 
mujer, aunque era limitado a un simple paso. Como los segundos del tiempo se acomulan 
para formar minutos, que se transforman en horas, asi pasa con la distancia, 
pulgadas se convienen en pies los cuales transmutan a millas. Isabel saboreba la 
distancia que habia ganado, acercandose cada vez mas al hombre en cuerpo, si es 
que no en espiritu y corazon.
 
"Tu preguntas por que? Quieres saber la razon?" Con proclamada arrogancia que 
poseyo a Catalina tan profundamente como el amor lo hizo con Isabel. Habia una 
leccion que debia de ser ensenada aqui, una cuidadosamente orquestada. "El es mio. 
Esa es la respuesta. El es mio."
 
Apuntando hacia el cadaver, Isabel protesto, "Ahora el ya no es mio o tuyo. Tu lo 
mataste!"
 
Mientras Catalina se agachaba encima del cuerpo, la mujer recorrio con sus dedos a 
traves de la herida. "Tu piensas que su sangre esta en mis manos?" Una capa del 
liquido viscoso se pego a su carne. "No, en los mios no." Moviendose hacia Isabel, 
la agarro por la muneca y unto esa esencia de vida atraves de su palma. "En tus 
manos. No en las mias."
 
Isabel miro su mano con horror e hizo una defensa apasionada. "Tu lo apunalaste!"
 
"Porque trataste de robar lo que es mio. Hay castigos por robo." Habia cierta 
frialdad en las palabras de la mujer, tan escalofriantes como una respiracion de 
invierno, una calculada frivolidad como si hubiera ejecutado el acto otras tantas 
veces y fuera indiferente al dolor y al sufrimiento implicados.
 
Pero por supuesto la calculada mujer fue ciega al simple y mas importante hecho 
dependiendo de las cuestiones del corazon -- no habia tal crimen como robar. Si el 
corazon le pertenece verdaderamente a otro, no podia ser movido por nadie mas, 
firmemente establecido en el piso. Uno tendria mas suerte alterando el curso de 
los planetas.
 
"Como pudiste hacerlo?" Isabel no podia alejar sus ojos de Ricardo, la escena 
trayendo a la vanguardia la misma pregunta pero con una diferente seleccion de las 
palabras.
 
"Admite que lo amas!" demando Catalina.
 
Envalentonada por el hecho de que su declaracion de amor caeria en oidos muertos, 
habiendo estado asustada por la inmensidad de emociones y la posibilidad de rechazo 
cuando Ricardo era capaz de hacer eso, Isabel proclamo la verdad orgullosamente. 
Era fuerte, no como los susurros en la oscuridad que ella habia permitido cuando 
nadie mas estaba a su alrededor, un secreto ahora suelto en el mundo, como los 
mounstros de la caja de pandora. Seguro, si dicha caja siquiera existiera, la 
fuerza destructiva del amor fue liberda de la prision tambien. "Si, la amaba."
 
Retirandose hacia el cuerpo en una descarga de furia, como si las palabras 
inesperadamente la hubieran ofendido, Catalina pateo el cuerpo. El cuerpo se elevo 
y callo con violencia, provando sin resistencia o defensa al ataque el cual 
extinguio toda esperanza que Isabel pudo haber guardado. "Asi que, admites que 
quieres lo que es mio?"
 
Temerosa de que los ataques hacia el cadaver pudieran continuar, Isabel se quedo 
callada, no hizo nada mas que respirar. Con su pie, la amante que traiciono al 
hombre lo rodo hacia su espalda, la espada sobresalio en un angulo. Cada vez que 
Catalina habia cometido la atrosidad de enterrar la cuchilla dentro de su amante, 
el acto se hizo mas facil, no significa que se haya sido dificil o que causara una 
crisis de conciencia. Nunca llego a haber una duda en su mano, ni siquiera por un 
segundo.
 
Catalina agarro el mango de la espada, sus dedos danzando al final de la cuchilla. 
Mientras el dolor de Ricardo fue corto, eso para Isabel era un tormento en la 
escala del infierno para los pecadores. Fuego y azufre habrian sido una bienvenida 
y un respiro a lo que Isabel habia soportado. Llamas internas lamieron su corazon 
y estomago, sin embargo ella persevero, fortalecida por la practica de haber estado 
en la presencia de los amantes a pesar de su creciente sentimientos.
 
Deberia retirar la espada, la mujer contemplo. Una mirada rapida hacia Catalina le 
dio la respuesta. Esa mirada, la que ella odiaba muy a fondo, estaba todavia puesta 
en sus ojos, una espantosa ocurriencia a las sensibilidades de la mujer. Seria 
extinguida pronto.
 
Por ahora?
 
No, aun no.
 
Cuando ella estaba de pie, ahi mismo, asomandose por encima del hombre, ella habia 
declarado su amor a pesar de que ella lo mato con el cuchillo. Catalina sonrio 
delante de ella y de Ricardo en una posicion de poder. A ella le gusto ser a la vez 
el -- angel de la vida y de la muerte. Uno al mismo tiempo.
 
Apuntando a Ricardo, un amigo a quien ella desairo demasiadas veces. Isabel pregunto 
"Por que me castigaste?"
 
Quito su mano de la espada, cerca de la muerte. Sus tacones sonaban por la calle 
empedrada. Se oian como latidos del corazon sin presion. Desde cuando Isabela y 
Ricardo se conocieron, su corazon nunca sintio esa tranquilidad y casi sin ritmo 
del corazon.
 
"Tu piensas que el es la persona castigada?" Sus palabras eran muy debiles, como una 
farsa de sus plegarias para el hombre que estaba acostada a sus pies, un hombre que 
merecia mucho mas. 
 
Por fin los ojos de Catalina encontraron a los ojos de su rival y ella dijo "Yo? Tu 
hiciste esto para castigarme?"
 
"Para darte una leccion, si!"
 
"Por matarlo! Estas loca?" El enojo de Isabella hirvio cuando su voz aumentaba. 
 
Normalmente cuando alguien en una posicion extrema, la voz de la mujer se desplomo 
y ella tendria su caracter sumiso, aceptando lo que vendria para ella. Esos dias 
fueron el pasado de ella. 
 
"Loca? No, ni un poco. Solamente podria perforar su corazon y te podria hacer lo 
mismo a ti. Pero su mirada se persistia."
 
Isabella agarro su pecho, tenia miedo de las maldiciones y las espadas magicas que 
ella habia oido que existian en el mundo. "Mi corazon?" ella dijo. Fue posible que 
esa espada tuvo la capacidad de quitar su vida cuando estaba en la de otra persona?
 
"Tu sientes la espada maldita?" la mujer pregunto. Esa sonrisa siniestra nunca se 
le borro de sus labios. "Siento que eres demasiado diabolica para conocer un 
maldito o dos malditos y no tienes problema en maldecir a cualquier persona que 
esta alrededor de ti."
 
"Yo se mas que algunos." Catalina se rio cuando su mano encontro de nuevo la espada. 
"Pero si, tienes razon." Esa espada es mas poderosa de lo que parece, solo puede ser 
retirado por su verdadero amor -- yo.
 
Cuando eso pase el volvera a vivir. Y en ese momento tu te daras cuenta que el es 
realmente mio. Pero preparada para retirar la espada de su sitio, Catalina puso en 
posicion su cuerpo para observar la reaccion de su competidora.
 
Solamente el amor puede poner la espada muy profunda y solamente el amor puede 
quitar el dolor.
 
Con esas palabras la mujer retiro bruscamente la espada pero no la pudo quitar 
porque el cuerpo lo impedio. Aunque la mujer prometio, la hoja del cuchillo y el 
cuerpo quedaron como uno solo.
 
Su sonrisa que permanicia se esfumo de sus labios.
 
Una vez.
 
Dos veces.
 
Y la tercera vez, ella trato de retirar la espada de su pecho y todas las veces 
con 
el mismo resultado -- sin exito.  
 
El filo no se movio ni un milimetro de su posicion. "Funciono antes!" Catarina 
grito. Ella puso su pie encima del pecho del hombre para tratar de retirar la espada 
pero no tuvo ventaja en quitarla.
 
Catalina miro a su competidor y grito "Tu. Eso es tu culpa!" Cualquier hechizo que fue 
puesto fracaso, Isabela camino adelante y la mujer dijo fuertamente, "El no es tuyo!"
 
"Yo puedo salvarlo!" ella rogo.
 
"Tu podrias salvarlo? Prefiero que el muera para que los gusanos y las larvas de las 
moscas se den un festin con el."
 
La amargura no nacio de un amor perdido pero de la posecion perdida que otra persona 
reclamo, los dos no eran iguales. "El es mio!"
 
El oficial, atraido por la conmocion, se aproximo al par de mujeres. "Que esta pasando 
aqui?"
 
Viendo una oportunidad, Catalina corrio hacia el juez que impone la ley.
 
"Gracias a Dios que estas aqui. Ella ataco a mi novio y a mi. Asesina!" senalando a 
isabel sugirio. "Mire sus manos, la evidencia esta ahi."
 
Sus ojos fueron directamente a las manos de la amiga de Ricardo.
 
Una reaccion de triunfo del oficial hizo sacar su arma. "Es esto verdad?"
 
Retrocediedo algunos pasos, Isabel dijo, "No, no en lo mas minimo."
 
Levanto sus manos como expuestas hacia el hombre en toda su gloria, como si su 
intencion fuera a decirle al oficial que se detuviera no como el gesto de Catalina, 
sin embargo no obtuvo el mismo resultado, ya que el oficial continuo acercandose. 
La sangre goteo de sus manos habiendo formado riachuelos.
 
"Esa es mucha sangre en sus manos."
 
"Ella tiene sangre en sus manos tambien."
 
"Matela," insistio Catalina. "Ella es una ladrona."
 
"Lo puedo probar," dijo la amiga mientras corria hacia Ricardo.
 
"Detengase!" exclamo Catalina de nuevo, esta vez la palabra no tuvo efecto.
 
"Detengase!" De nuevo, la palabra fue imponente. Impaciente, ella imploro al 
oficial, "detengala!"
 
Pero la distancia ya habia sido cubierta a la carrera por Isabel, estimulada por 
el amor a Ricardo. Nunca mas temeria a su lengua o sus acciones. Ni el temor al 
rechazo. Ni miedo a la ley. Ni miedo a una maldicion.
 
Sus manos ya hacian aferradas a la empunadura de la espada mientras decia una 
oracion en silencio. Con una respiracion profunda, ella cuidadosamente tiro del 
metal que sobresalia del hombre deseando no hacer mas dano. Asi como Arturo fue 
capaz de reclamar para si el reino al retirar la espada de excalibur de una roca , 
Isabel al remover la espada de Ricardo fue capaz de proclamar el dominio de su 
corazon, un pacto para siempre formado en el quebrantamiento del ultimo recuerdo.
 
"Mantengase ahi," el oficial le indico mientras se aproximaba. "No puede mover el 
cuerpo."
 
"Quien puede conocer mejor al culpable que el muerto?" pregunto Isabel. La espada 
fue liberada de la carne, la sangre goteo de la punta hacia el enpedrado.
 
Liberada de la carne, el alma fue liberada de la prision de la muerte, normalmente 
una sentencia de eterne condenacion.
 
Tal y como Catalina lo dijo,aunque no como ella lo habia planeado, el verdadero 
amor habia separado a los dos, el uno del otro. La herida se habia cerrado a si 
misma, seguida inmediatamente con convulsiones del cuerpo,torciendo y girando 
violentamente. Sucumbir a la muerte es un suceso agonizante, pero es facilmente 
revertido por el despertar de la vida. Espasmos de varios musculos, una reacion a 
la sangre fluyendo una vez mas, alerta a un renacimiento.
  
"Que a hecho?" pregunto el oficial incluso mientras se alejaba de la resurreccion. 
"Esta funcionando!" proclamo Isabel alegremente. "Esta funcionando."
 
"Te dije que la mataras!" la mujer murmuro al oficial, pero la vision de tal 
hechizo, a pesar de ser en nombre de la vida, Dios y el amor detuvo su marcha.
 
"Yo no me acerco a ella. Ella esta hechizada."
 
Tomando la espada del oficial, Catalina murmuro para si misma, "Entonces debo 
hacerlo yo misma."
 
Catalina se movio hacia el invasor emotivo, segura en su ventaja en la destreza al 
manejar una espada. El desafio fue afrontado tranquilamente permitiendo que la 
excitacion  por el regreso de Ricardo a la vida quedara sumergido. Isabel miro la 
espada en su mano, la misma que solo un momento atras estaba ensartada en el hombre 
que amaba.
 
"Despues de que te mate, terminare tambien con tu miserable existencia. No habra 
una tercera oportunidad de vivir para el," advirtio Catalina.
 
"Eso no deberia ser tu preocupacion," exclamo Isabel.
 
Con esa burla, Catalina se sego por la furia, una furia que empujaba sus pies hacia 
adelante. Ambas mujeres blandieron sus armas ciegamente, pero solo una encontro su 
marca. Los habitantes del pueblo hasta este dia dicen que el equilibrio de la 
espada fue muy diferente de su espada personal, previno que Catalina actuara con 
la presicion que de otra manera ella hubiera tenido. Otros dicen que el arma de 
Isabel fue guiada por el poder superior.
 
De cualquier manera, la espada maldita estaba ahora enterrada en la carne de 
Catalina. Su cuerpo aun reposa en el centro del pueblo, esperando aquel que sea 
tan atrevido para reclamar su corazon.
 
Mientras que Isabel y Ricardo, el, despues de unos momentos de convulsionarse de 
vuelta a la vida en el suelo, se sento en un mareo confuso. Isabel se sento en el 
suelo a su lado, poniendo su cabeza en su regazo. "Que sucedio?" pregunto el.
 
"Shh. Permanece acostado y te dire todo acerca de ello."
 
Ella presiono sus labios gentilmente a los de el mientras sus dedos mananeros de 
los primeros rayos del alba reclamaban el mundo y ella reclamaba su corazon. 

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